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Boletín Membresía
Hola <<Nombre>> ,
Cuando una parte de nuestro equipo periodístico salió al exilio en 2019, nos enfrentamos a un verdadero reto. Trabajar remoto, luego de la confiscación de nuestra oficina, fue el primer paso hacia la descentralización del trabajo, pero informar desde cuatro países diferentes
Costa Rica, Estados Unidos, El Salvador y México  requería de un nivel aún más alto de organización. 

Sin embargo, el aspecto laboral fue solo una parte de la experiencia. A nivel personal, vivir en el exilio es emocionalmente complejo. En muchos casos, implica despedirse abruptamente de la familia, los amigos, la comunidad. Y luego, acostumbrarse a un nuevo país, una nueva cultura o un nuevo idioma. Salir adelante requiere fortaleza y el respaldo del Estado que te recibe. 

En esta edición del Boletín Membresía, analizaremos cómo diferentes personas han vivido el exilio. Empezamos con el caso de Nathalia Martínez, quien se convirtió en la primera nicaragüense a la que el gobierno holandés le concedió el permiso de residencia bajo la figura de asilo político. 

También, te contamos las experiencias de otros periodistas y médicos nicaragüenses que huyeron del país, en diferentes circunstancias, para proteger sus vidas. Y finalmente, te recomendamos conocer la historia de dos mujeres árabes que huyeron de un reino conservador para vivir en libertad, y la de una niña que casi muere luchando por el derecho a la educación. 

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De universitaria a solicitante de asilo político
Foto: Nathalia Martínez, estudiante de Architectura, se exilió en Holanda tras ser perseguida y amenazada por el régimen Ortega-Murillo, en 2018. Foto: Ana María Sampson | Confidencial 
Cinco meses antes de que estallara la crisis política de 2018, Nathalia Martínez compró un tickete de avión para viajar a Holanda. Recién había comenzado a desarrollar su tesis para graduarse de arquitecta en una universidad pública de Nicaragua y estaba trabajando como gerente en un call center.

El viaje estaba destinado a ser una doble celebración: se reuniría con su novio y festejaría que pronto terminaría sus estudios. Pero con el tiempo, Holanda pasó de ser un destino turístico, en donde esperó a que la situación de su país se calmara, al lugar donde viviría como asilada política. 

El exilio, una decisión inevitable  

Cuando empezaron las protestas contra el régimen Ortega-Murillo, Nathalia se unió a la resistencia civil. En la casa de sus padres montó un centro de acopio en donde proporcionó alimentos y medicinas para los manifestantes. Este tipo involucramiento hizo que se convirtiera en blanco de la Policía Nacional.

Los oficiales empezaron a perseguirla y a vigilar sus movimientos, por lo que tuvo que esconderse en casas de seguridad. La situación se volvió tan difícil y aterradora, que la única salida fue usar aquel tickete de avión que había comprado para viajar a Holanda. 

Dos años después de haber huído, Nathalia describe la decisión de aplicar al asilo político como una de las más difíciles que ha tomado en su vida. Cuando se fue de Nicaragua, no tenía idea de que no regresaría a su país natal. No lo había planeado de esa manera, como quizás muchos otros pudieron hacerlo. 

Durante el tiempo en que esperó a que el gobierno holandés le concediera el permiso de residencia, la joven se sintió con "un pie en Holanda y el otro en Nicaragua. Un paso entre la vida y la muerte", reconoce. Precisamente ese sentimiento, y el miedo de no obtener el asilo político, hizo que le tomara bastante tiempo construir una vida en ese nuevo país. 

Un proceso emocionalmente difícil

Nathalia explica que aplicar al asilo político es un proceso largo y agotador, que requiere de mucha paciencia. Las entrevistas que determinan el status legal de los solicitantes, por ejemplo, no se dan apenas aplican. En el caso de la estudiante, empezaron año y medio después. Otras personas, comenta, han estado esperando por siete años para conocer el fallo de las autoridades...y siguen esperando.

Previo a su entrevista, la estudiante preparó un documento de 80 páginas con información y evidencia sobre su caso, además de contexto sobre la situación política de Nicaragua. A pesar de ello, el Servicio de Inmigración y Naturalización (IND), la entidad que evalúa las solicitudes de ciudadanos extranjeros que desean vivir en Holanda, requirió que fuese aún más específica. 

Sus entrevistas se dieron en un período de una semana y duraron aproximadamente siete horas, durante las cuales ella narró su historia. "Empezaron a hacerme preguntas. Y volvieron a hacer más preguntas. Las autoridades pueden hacerte la misma pregunta hasta tres veces para asegurarse de que estás diciendo la verdad", indica. 


Un nuevo comienzo 

Tres semanas después de sus entrevistas, Nathalia recibió la noticia de que el gobierno holandés le había concedido el permiso para recidir en el país, lo que también le permitirá estudiar en una universidad. Y aunque en Nicaragua estaba a punto de terminar su carrera, tendrá que empezar de cero. Sin embargo, se mantiene positiva porque considera que aprenderá más sobre su carrera en una universidad holandesa que lo que aprendó en casa. 

Mientras espera a que inicien sus estudios, Nathalia trabaja como activista, recolectando donaciones, organizando eventos y creando conciencia sobre la situación política de su país de origen. Recientemente, también se convirtió en gerente de proyectos en una organización sin fines de lucro llamada The Hague Projects, lo que le ha permitido enviar donaciones a exiliados nicaragüenses que viven en Costa Rica y Panamá. 


Debido a las diferencias culturales y organizativas entre Nicaragua y Holanda, que se manifiestan en detalles tan sencillos como el funcionamiento del transporte público y las opciones de pago electrónico, acostumbrarse a un nuevo país no ha sido fácil. 

"Me tomó bastante (tiempo) acostumbrarme al clima (...) y a expresarme de la manera en que me expresaba con los demás en Nicaragua (...) La gente aquí es más seria. Te dicen: No me des más detalles. Ve al grano", explica. 

A pesar de las dificultades, también ha tenido experiencias positivas. "Me gusta cómo aquí saben mezclar todo, desde la ciudad con la naturaleza hasta personas con diferentes ideologías. Es increíble. No sé qué es lo que más me gusta de este país", asegura. "Excepto por la comida", bromea. 
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¿Qué estamos viendo? 

La resistencia de la prensa, desde el exilio  

Nicaragua. A raíz de la crisis política de Nicaragua, más de cincuenta periodistas fueron obligados a salir de su país para garantizar su seguridad personal y la de sus familias. Luis Galeano, de Café con Voz, y Arnulfo Peralta, de Canal 2, huyeron a Estados Unidos y desde allí han tratado de reconstruir sus vidas cone l apoyo de amigos y conocidos que se han solidarizado con ellos.

Leticia Gaitán se unió a las decenas de personas que se trasladaron a Costa Rica, cruzando por vereda, con la esperanza de recibir la protección de familiares y amigos. En medio de las dificultades y la falta recursos, la mayoría ha mantenido su compromiso con la verdad y continúan informando sobre la situación de Nicaragua. 

Te recomendamos ver sus historias en el reportaje del programa Esta Semana, titulado "Periodismo desde el exilio"

El peligroso escape de las hermanas Alshowaik

Arabia Saudita. Cinco años les tomó a las hermanas Dua y Dalal Alshowaiki, originarias de Arabia Saudita, escapar de un país en donde vivían sometidas a las órdenes de su padre y a las reglas de una sociedad extremadamente conservadora que priva a las mujeres de su independencia.

En 2019, las jóvenes aprovecharon unas vacaciones familiares en Turquía para ejecutar su plan, sabiendo que podría costarles la vida. Pero para ellas, la libertad era más importante. Nueve días después de huir, brindaron una entrevista a una reportera que las acompañó en el proceso de aplicar al asilo político en Turquía y otros países. 

Escuchá sus testimonios en el reportaje "Escaping the Kingdom", del programa Vie News Tonight.

¿Qué estamos leyendo? 

Los médicos del exilio

En San Pedro, un barrio ubicado en la ciudad de San José, el doctor Óscar González Arreaza brinda asistencia humanitaria a nicaragüenses que, como él, salieron al exilio desde abril de 2018. Sus connacionales prefieren acudir al consultorio improvisado que él montó junto con otros colegas y estudiantes de medicina de su país.

Cumplir con su juramento hipocrático hizo que tanto González como otras decenas de médicos fuesen objeto de persecución, asedio y despidos por parte del régimen Ortega-Murillo. En Costa Rica, donde se trasladaron para salvaguardar sus vidas, continúan cumpliendo con su compromiso profesional.

Conocé sus historias en este reportaje de CONFIDENCIAL

Historias de niñas refugiadas

Sobreviviente de un ataque a mano armada por un pistolero talibán-paquistaní, Malala Yousafzai se ha convertido en uno de los rostros más reconocidos en la lucha por el derecho a la educación de mujeres y niñas en Pakistán. 

En 2019, la joven publicó un libro que reúne las historias de niñas que ha conocido como parte de su trabajo humanitario, quienes fueron obligadas a dejar su hogares y comunidades. La lucha por escapar, la burocracia de aplicar al asilo político y las dolorosas despedidas son algunos de los episodios que ellas comparten en el libro. 

Podés leer sus testimonios en "We are displaced", disponible en Amazon

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Un vistazo a nuestro archivo 

Casi 100 mil nicaragüeses se refugiaron en Costa Rica, Estados Unidos, Panamá, España y otros países del mundo a raíz de la rebelión de abril de 2018. La mayoría huyó del asedio, la persecución política emprendida por del régimen Ortega-Murillo, y en muchos casos, de la muerte. 

A finales de 2019, el consejo editorial de CONFIDENCIAL calificó a los exiliados nicas como el personaje del año. Nuestra colega Cindy Regidor nos contó en qué condiciones han solicitado asilo, cuáles son sus demandas y cómo luchan desde fuera del país. Leé el reportaje en la edición 1154 de la revista impresa de CONFIDENCIAL

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