Terminó la luna de miel y comienzan las primeras peleas en el matrimonio entre Enrique Bolaños y sus electores. Todavía no hay divorcio a la vista, pero el Presidente ya padece el síndrome de las “promesas incumplidas”. Pese al deterioro de la confianza en la administración que encabeza el presidente, que genera una percepción generalizada de estancamiento en Nicaragua, la persona del Presidente todavía mantiene un alto grado de calificación favorable entre la población. Más ediciones sobre el tema en nuestro archivo digital.
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